Filipinas: Los 100 días de la presidencia Duterte y las tareas de la izquierda

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[Original in English here.] Por Sonny Melencio, traducido por Enrique García para Sin Permiso I. El período táctico De acuerdo con Vladimir Lenin, la concepción marxista de un período táctico se basa en "una consideración objetiva del conjunto de las relaciones mutuas de todas las clases, sin excepción, de una sociedad dada, y teniendo en cuenta, por lo tanto, el grado objetivo de desarrollo de esta sociedad y sus relaciones mutuas y con otras sociedades, podemos disponer de una base que nos permita trazar certeramente la táctica de la clase de vanguardia". (“La táctica de la lucha de clase del proletariado”, Carlos Marx, VI Lenin) ¿Cómo evaluar y analizar el período táctico que enfrenta el movimiento obrero amplio y su posicionamiento en relación con todas las demás clases bajo el régimen actual de Rodrigo Duterte? Comencemos con la clase dominante. La clase dominante hoy en día está experimentando un faccionalismo intensificado, porque una nueva facción ha surgido vis-à-vis las facciones más antiguas originas o apoyadas por la oligarquía y los llamados “trapos amarillos” [los caciques alineados social y políticamente con los Aquino]. La nueva facción es la facción Duterte, que se basa en los “trapos” y las élites locales que siempre se han opuesto a la dominación de la "Manila imperial" o las facciones más antiguas. Uno de los principales objetivos de esta nueva facción es acabar con el dominio de las facciones anteriores mediante la aplicación del “federalismo”, es decir un sistema parlamentario o presidencial / parlamentario federal. Las masas, en un sentido amplio, que han sido defraudadas por los regímenes anteriores que gobernaron después de la Revolución EDSA (regímenes que califican en su conjunto como “amarillos” / Dilawan), por lo general apoyan la presidencia de Duterte. Duterte goza de un alto nivel de confianza, que llega hasta el 91%, el mayor durante las primeras semanas de cualquier otro presidente de las Filipinas. Las declaraciones de Duterte en el sentido de proporcionar paz y seguridad a la mayoría (a través de la campañas contra la droga y el crimen), la erradicación de la corrupción, el aumento de los beneficios sociales para los pobres, y otras por el estilo, alimentan la esperanza de las masas que el cambio es posible bajo su administración. Consideran la administración Duterte el último bastión de esperanza para un futuro mejor. Sin embargo, sólo han transcurrido cien días de la administración Duterte y las masas parecen dispuestas a concederle un tiempo y ver si el cambio prometido llega. Una gran parte de las clases medias apoyan a Duterte, especialmente su guerra contra las drogas o la campaña por la paz y el orden. Los que tienen activos y propiedades que proteger (mucho o poco) ven con alivio como la campaña les proporciona cierta seguridad. La izquierda y los grupos progresistas En general, los grupos progresistas y la izquierda están divididos entre los que apoyan y se han aliado con Duterte y quienes se oponen a la presidencia de Duterte. El primer grupo incluye a las organizaciones alineadas con el Partido Comunista de Filipinas / Frente Democrático Nacional. El CPP ha caracterizado a Duterte como el "principal representante político de las clases dominantes y la cabeza del Estado-cliente reaccionario" en la actualidad. Duterte les ha ofrecido algunos puestos clave en su gabinete, que han aceptado designando para ellos a dirigentes públicos del movimiento de masas. Sin embargo, existen diferentes señales de la forma en que se sitúan en relación al régimen Duterte, que van desde la colaboración directa a la colaboración crítica. Los grupos anti-Duterte incluyen a ex dirigentes y miembros de Akbayan (o líderes y miembros que todavía están con Akbayan pero que critican sus coqueteos con el Partido Liberal o las fuerzas “amarillas”). Sin embargo, hay algunos sectores de la izquierda y progresistas que siempre se han considerado independientes de ambas facciones de la élite: la pro-Duterte y las fuerzas amarillas. Es en esta tercera fuerza que se sitúa el Partido Lakas ng Masa (PLM). El aparato estatal ¿Cómo es de fuerte y homogéneo el aparato estatal bajo Duterte? El gabinete de Duterte sigue estando bajo el mando de los tecnócratas y “trapos” neoliberales, a pesar de los ministerios entregados a los líderes aliados del CPP. El aparato parlamentaria (Senado y Cámara de Representantes) está ahora control de los partidarios de Duterte, porque una gran parte de la Coalición del Partido Liberal se ha unido a la fracción mayoritaria por puro oportunismo político. Pero en realidad no son partidarios de Duterte: pueden cambiar fácilmente de bando dependiendo de cómo sopla el viento o por presiones del imperialismo norteamericano y los oligarcas. La Policía Nacional Filipina (PNP) y las Fuerzas Armadas (AFP), según todos los informes, todavía apoyan a Duterte y este continua su ronda de visitas a la policía y campamentos militares en todo el país. Duterte ha puesto a su propia gente al timón de la PNP (Jefe 'Bato' de la Rosa) y de las AFP (Jefe de Estado Mayor Ricardo Visaya) y está realizando una fuerte campaña para atraer a policías y soldados a su estilo implacable y aparentemente duro de liderazgo y les promete más apoyo y fondos. Sin embargo, es más probable que las fuerzas de las AFP y la PNP que apoyan al imperialismo estadounidense, la oligarquía y los “trapos” amarillos están esperando el momento oportuno para actuar por su cuenta. El imperialismo estadounidense Las potencias extranjeras, especialmente el gobierno de Estados Unidos y sus aliados, están comenzando a desconfiar del gobierno Duterte. Hace unas semanas, los EE.UU. consideraban que la administración Duterte estaba controlada y que situación seguía como de costumbre (“Business as usual”). El país tiene un "colorido presidente" que sigue defendiendo un programa neoliberal que no plantee una amenaza a su posición política, militar, comercial y económica en el país. Después de que los EE.UU. y sus aliados criticaran al gobierno Duterte por sus violaciones de derechos humanos, Duterte respondió con la amenaza de expulsar a las fuerzas militares de Estados Unidos de las Filipinas, revisar el Tratado de Defensa Mutua (al que califico de “tratado desigual”), y reforzar las relaciones comerciales y económicas con China y Rusia (incluyendo la compra de armas a estos países rivales de los EE.UU.). Ahora bien, no ha sido sólo los EE.UU., sino también la Unión Europea la que ha adoptado una postura crítica frente a las violaciones de los derechos humanos del régimen Duterte. La diatriba de Duterte ha continuado llamando a poner fin a los ejercicios militares conjuntos de EEUU-Filipinas y con la amenaza de "cruzar el Rubicón" pronto, lo que significa romper la alianza con los EE.UU. y la apertura de "nuevas alianzas" con sus rivales. Estas declaraciones pueden ser todavía retórica, pero las diatribas de Duterte son coherentes con las posiciones nacionalistas que adoptó cuando era un joven activista de la Kabataang Makabayan. Puede que no sean pronunciamientos antiimperialistas, sino una amenaza de cambiar de alianzas con potencias rivales que seguramente van a irritar a la potencia imperialista principal, Estados Unidos. Duterte debe haber sabido que los Estados Unidos podrían estar contemplando ya un "cambio de régimen" en el país. Duterte es demasiado impredecible y sus coqueteos con la izquierda revolucionaria les resultan problemáticos. Pero preparar un "cambio de régimen" es algo que las fuerzas imperialistas de Estados Unidos han hecho en varios países para conservar intactos sus intereses y mantener un gobierno dócil que puedan utilizar como subordinado al servicio de sus objetivos. También juega a favor de los intereses de los EE.UU. restablecer en el poder a las fuerzas “amarillas” y a los viejos oligarcas que sido sus socios durante tanto tiempo. No es irreal la afirmación de que la investigación del Senado sobre las ejecuciones extrajudiciales y la guerra contra las drogas, iniciada por las fuerzas “amarillas”, y la investigación paralela de la Casa de Representante forman parte del escenario de "cambio de régimen", lo que explica la reacción de los partidarios en ambas cámaras de Duterte. II. El escenario político ¿Hacia dónde evoluciona la situación? En este momento, estamos en un período muy inestable; incluso podemos decir que es un período muy peligroso para la izquierda y las fuerzas progresistas. Hay dos posibles escenarios en el futuro inmediato: A) Uno es la degeneración del régimen Duterte en una dictadura o un régimen neo-fascista. Este escenario ya está siendo denunciado por muchas fuerzas, incluyendo fuerzas independientes de izquierda y progresistas. B) El otro es la intensificación de la intervención de Estados Unidos y la expulsión del gobierno de Duterte ya sea a través de medios constitucionales (cese parlamentario) o por medios extra-constitucionales (golpe de Estado o asesinato). Este escenario está siendo denunciado por las organizaciones del CPP y aquellas que apoyan a Duterte. Ambos escenarios también pueden coexistir en la medida en que uno de ellos puede ser una contra-reacción al otro. Un tercer escenario aludido es una evolución de Duterte a la izquierda buscando la alianza con el movimiento revolucionario de verdad, no sólo retóricamente, pero parece algo demasiado forzado. Se ve obstaculizado por la propia naturaleza y carácter del régimen Duterte (que sigue siendo un régimen reaccionario de una facción de la élite), su programa declaradamente neoliberal, la debilidad del movimiento revolucionario, el apoyo de las instituciones del Estado, especialmente los militares y la policía, el equilibrio de fuerzas regional (en términos del imperialismo estadounidense y las potencias rivales de la región), y otros. El escenario de la dictadura La degeneración del gobierno Duterte en una dictadura es apuntada por el carácter de “señor de la guerra” y el autoritarismo del presidente de Filipinas. Los fenómenos de caudillismo en el país son característicos de un sistema político determinado por un capitalismo retrógrado y degenerado (otros lo llaman un sistema semi-colonial, semi-feudal). Esto conlleva una nación-estado débil, dirigida por oligarcas y clanes políticos señoriales que se preocupan muy poco de las regiones y las provincias en tanto puedan repartirse el botín desde el gobierno. Esta puede ser la primera vez que un cacique y señor de la guerra local ha llegado a ser presidente de la nación. El dominio de los señores de la guerra, con su cohorte de guardias privados y matones, de violencia impune, incluida la violencia contra las mujeres y las formas extremas de sexismo, ha sido emblemática en áreas como Davao (el Escuadrón de la Muerte de Davao), Isabela (los Dys), Escalante (los Yaps), Maguindanao (los Ampatuan), y otros parecidos. Los señores de la guerra se apoyan en el autoritarismo y la violencia, y pueden deslizarse fácilmente en una destrucción de los procesos democráticos formales burgueses y la imposición del estado de excepción. La inclinación autoritaria y violenta de Duterte está siendo puesta de manifiesto por los asesinatos en masa y las violaciones de derechos humanos que están teniendo lugar en su guerra contra las drogas en las comunidades más desfavorecidas. Los asesinatos se están produciendo en las zonas pobres urbanas y han provocado más de 3.000 ejecuciones extrajudiciales y asesinatos durante los primeros 100 días del gobierno Duterte. Los muertos, ya sea por acciones policiales directas o los llamados operativos de vigilancia, son por lo general traficantes de poca monta y consumidores en las comunidades pobres. Los desclasados Aunque hay un número creciente de niños y personas inocentes asesinadas en la guerra contra las drogas, el objetivo principal son los llamados desclasados- la capa de la sociedad que ha sido alienada y degradada por el mismo sistema de capitalismo retrógrado y degenerado que existe en nuestra jungla urbana o en cualesquier otra ciudad del Tercer Mundo hoy. Esta es la capa que Karl Marx llamó originalmente el lumpenproletariado - la "clase de parias, degenerados y elementos marginales que componen un sector de la población de los [centros urbanos]", que incluye a los mendigos, las prostitutas, los mafiosos, los estafadores, los traficantes, los pequeños delincuentes, los vagabundos ... y todo tipo de elementos desclasados, marginados o degenerados". Para Marx, este es el sector de la clase trabajadora que es poco probable que alcance conciencia de clase y que incluso puede ser un impedimento para la realización del socialismo. Mucho ha cambiado la categoría de lumpen o lumpenproletariado como Marx la definió. Se trata de una categoría fluida, no estática o bien definida. (Algunas de las actividades antisociales, por ejemplo, son llevadas a cabo por los miembros de la clase capitalista). Al lumpen actual pertenecen hoy los millones de personas que están enganchadas al shabu (metanfetamina, meta, "ice", “tic” o "cristal” en otros países) y que son "zombis vivientes" que llevan a cabo actividades delictivas bajo la influencia de esta droga o para apoyar sus adicciones. No es de extrañar que incluso en las comunidades urbanas pobres, la gente apoye la campaña de guerra contra las drogas del gobierno, ya que les ofrece la paz y la seguridad que anhelan. El comercio de shabu ha reemplazado al jueteng (loteria china) como una forma de supervivencia en las comunidades pobres urbanas en las que muchas personas están crónicamente desempleadas o no están en condiciones de trabajar. Esto aumenta el número de victimas posibles (tres millones de camellos y de consumidores según Duterte) de la guerra contra las drogas. En la lista del gobierno, no añadimos sin embargo, a la policía y sus generales, que son los principales proveedores o traficantes del tráfico de drogas. Esto sólo significa que el gobierno Duterte no puede realmente ganar la guerra contra las drogas si las mismas fuerzas que ha desatado para erradicar el tráfico de drogas son sus principales responsables. Aunque señalemos al lumpen como el principal objetivo de la guerra contra las drogas de Duterte, la izquierda nunca debe tolerar semejante oleada de asesinatos para deshacerse de estos elementos desclasados. Debemos golpear la raíz del problema, que es la existencia de un capitalismo retrógrado y degenerado que empuja a la gente a la miseria absoluta y a una vida criminal y de drogadiccción. La intervención de EE UU La intensificación de la intervención de Estados Unidos en el país no sólo se produce por las violaciones de derechos humanos del régimen Duterte, aunque está siendo la principal excusa para un posible escenario de "cambio de régimen". Las declaraciones de Duterte van en contra de la consolidación del poder militar de Estados Unidos en la región y la contención de China a través de su "Giro a Asia" (ahora llamado "Reequilibrar hacia Asia") por las fuerzas imperialistas de Estados Unidos. La investigación de De Lima en el Senado es un intento de poner en marcha un primer procedimiento de recusación contra Duterte. Pero perdió terreno inmediatamente en la medida que Duterte y sus cohortes depusieron al senador Leila de Lima como presidente de la comisión de investigación y ahora están intentando por todos los medios alejar la investigación del papel de Duterte en los homicidios del DDS (Escuadrón de la Muerte de Davao). Y una comisión de la Cámara de Representantes está utilizando todos los trucos conocidos para demoler la credibilidad de De Lima (incluyendo calumnias personales vergonzosas sobre su vida sexual). Su resultado dependerá de la correlación de fuerzas que se establezca en la lucha fraccional incesante entre los “trapos”. III. Nuestros desafíos, nuestras tareas ¿Cuál es nuestra posición en este período táctico? Debemos intensificar nuestra campaña para poner fin a las matanzas y la deriva autoritaria del gobierno o la imposición de una dictadura por parte del gobierno Duterte. Pero esta campaña (“No a los homicidios, No a la dictadura”) no debe caer en el juego de las fuerzas “amarillas”, de los oligarcas y los imperialistas norteamericanos que están utilizando la campaña en su propio beneficio. Debemos dirigir la campaña como una fuerza independiente, para que no pueda ser vista o utilizada como otro instrumento de los EE.UU. y las fuerzas “amarillas” para desacreditar y derrocar al gobierno Duterte. No descartamos la posibilidad de un intento de golpe de Estado, recusación o asesinato contra Duterte. Como Duterte reacciona con más amenazas de enfrentarse a Estados Unidos, con desarrollar una posición política exterior independiente, e incluso aliarse con las potencias extranjeras rivales anti-Estados Unidos, será sólo una cuestión de tiempo antes de que la trama del "cambio de régimen" empiece a implementarse. Frente a ello, decimos No a la intervención de Estados Unidos en la política filipina. El período táctico actual también se caracteriza por el mantenimiento del programa económico neoliberal del gobierno, a pesar de pronunciamientos a favor de los derechos laborales o de la ampliación de la protección social de las masas. No ha habido una mejora en la vida de los pobres: por el contrario, el programa neoliberal del gobierno que victimiza a los pobres sigue aplicándose en su totalidad. Los partidarios de Duterte en el gobierno y el legislativo incluso quieren imponer más impuestos a los pobres, disminuir las prestaciones sociales para las personas mayores, y reformar la constitución para dar cabida a las empresas extranjeras y la liberalización del comercio y la inversión. Hacemos un llamamiento a poner fin al neoliberalismo y a todas sus políticas concomitantes - la privatización, la liberalización, la desregulación, los impuestos regresivos, y la subcontratación del trabajo. Nuestra campaña contra la subcontratación y precarización del trabajo en todas sus formas debe denunciar todo el programa neoliberal del gobierno. IV. La alternativa Debe quedar claro para todos que la alternativa al régimen Duterte no es otra coalición distinta con los trapos, la oligarquía, las fuerzas “amarillas”, o incluso los trapos locales y los propios señores de la guerra. La verdadera alternativa es un gobierno de las masas - para las masas y de las masas. Debemos ser claros en esto, a pesar de que la situación actual no apunta aún a que sea posible. El CPP ha llamado a un Gobierno de Unidad Nacional (GNU) que incluye a Duterte. Es decir, si Duterte aplica un programa anti-neoliberal y pro-masas de gobierno. La solicitud de un GNU es coherente con el gobierno multi- provisional interclasista o el "bloque / estado de las cuatro clases" (obreros, campesinos, pequeña burguesía y la burguesía nacional) que el CPP ha defendido para la etapa democrática nacional de la revolución filipina. Sin embargo, es problemático basar nuestro táctica en la posibilidad de que Duterte se alíe con el movimiento revolucionario, o aplique un programa nacional democrático de gobierno. En algún momento, el líder del CPP, José María Sison ha reconocido incluso que un régimen Duterte que simplemente se comprometa a llevar a cabo "reformas burguesas" es el único alivio posible que las masas pueden esperar del gobierno hoy en día. Tenemos una opción. Podemos ser pragmáticos y aceptar las realidades y limitaciones de la actual coyuntura política. Sin embargo, cuando la tensión y la oposición se acumulen, lo más probable es que Duterte tome una posición derechista y no que se alinee con la izquierda. Ni siquiera es un Perón, y tal vez no le den ni el tiempo ni la oportunidad de convertirse en uno. En esta etapa, es tal vez mejor mantener como guía la sociedad alternativa que queremos, incluyendo el objetivo estratégico a un gobierno de las masas en lugar de una formula de gobierno muy táctica. Un gobierno de las masas es la única alternativa a una serie de regímenes que simplemente siguen explotando, oprimiendo y deshumanizando a las masas. Un gobierno de las masas es un gobierno de la clase obrera y el campesinado en el sentido más amplio junto otros sectores oprimidos de la sociedad. Para acabar con el capitalismo atrasado y degenerado y abrir el camino a una transición al socialismo. V. Un movimiento de masas independiente Nuestros objetivos deben ser múltiples. Debemos ir más allá de campañas y movimientos monotemáticos e intentar desarrollar un movimiento de clase trabajadora amplio que desafíe profundamente al sistema y aparezca como una alternativa de poder a la clase dominante y sus facciones. Lenin en ¿Qué hacer? también defendía una organización capaz de llevar a cabo una denuncia global y multi-temática del régimen zarista, capaz de intervenir en aquellas cuestiones que apuntaban a la necesidad de un cambio de sistema programático (hacia el socialismo) en lugar de un cambio de régimen. En un sentido, eso es también lo que tenemos que hacer en esta coyuntura. En el período táctico presente, necesitamos un movimiento que pueda hacerlo. La táctica principal es desarrollar un movimiento de masas independiente con una línea de clase independiente de las masas obreras amplias. Aliarse o fusionarse con cualquier facción de la clase dominante es una táctica errónea, con consecuencias potencialmente desastrosas para el movimiento obrero. Una táctica destinada a fracasar, como la izquierda ha experimentado durante el período de Cory, el período Erap, el período de GMA, y el período de Noynoy. Por último, nuestra táctica se dirige a todas las fuerzas y activistas de izquierda y progresistas – cualquiera que sea el bloque o partido con el que se alineen- que ven la necesidad de un movimiento de masas independiente que pueda asumir las tareas del actual período táctico. Aquí es donde la unidad de la izquierda es crucial - si podemos unir y combinar nuestras fuerzas y recursos, podremos construir un movimiento que pueda desafiar, es decir, cambiar, el resultado del período táctico presente en nuestro beneficio. Esta es también la oportunidad que se nos abre. Sonny Melencio es presidente del Partido Lakas ng Masa (PLM) de Filipinas, y ex miembro del consejo del sindicato BMP (Solidaridad de los Trabajadores Filipinos).